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Nº36 – Camorro de Castañar

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LOCALIZACIÓN Y ACCESIBILIDAD

Hacia el sureste de la localidad de Castañar de Ibor y desde la carretera EX-118 parte el camino que discurre por la Garganta de las Calabazas, de donde sale a su vez un sendero que sube hasta el Camorro del Castañar, una meseta de algo más de 1100 metros de altura.

ATRACTIVOS DE LA VISITA

Subiremos para observar la estructura completa del Anticlinal del Ibor-Guadalupe e imaginarnos la altura que pudo tener su bóveda cuarcítica comparada con la altura actual de este “monte testigo”.

También nos servirá para comprender mejor la vida marina en aquellos tiempos geológicos. Este es el caso del Daedalus, las huellas de una colonia de gusanos que se enraizaba en el fondo marino para realizar sus funciones más vitales.

INTERPRETACIÓN GEOLÓGICA

El Camorro de Castañar es un relieve residual (cerro testigo), esculpido por la erosión en las duras cuarcitas armoricanas. Este Anticlinal fue completamente arrasado por la erosión quedando a la vista los materiales más profundos.

Sin embargo, en las proximidades al eje del Anticlinal también han quedado restos de esas cuarcitas sin erosionar, de ahí el concepto de “cerro testigo”, un monte de unos 1.100 metros de altitud denominado genéricamente Camorro. En la zona se encuentran dos Camorros, éste de Castañar de Ibor y otro más al sur en Navalvillar de Ibor.

El Camorro de Castañar es además un yacimiento paleontológico excepcional donde pueden observarse numerosos ejemplares de Skolithos, Crucianas y Daedalus, icnofósiles muy abundantes en la Comarca de Las Villuercas.

Las cuarcitas armoricanas y areniscas silíceas de edad Ordovícico inferior, tan abundantes en el Geoparque, presentan numerosas huellas de habitación y alimentación (habitáculos) de especies animales extintas, algunas de difícil atribución filogénica, como es el caso de las que han originado los Daedalus.

Su forma arracimada y su relativo gran tamaño permiten una fácil observación.

Actualmente se cree que este icnofósil representa colonias de gusanos anélidos que vivían en los fondos marinos arenosos y playas de los mares de hace casi 500 millones de años, compartiendo hábitat con otras muchas especies marinas, que no se han podido fosilizar conjuntamente con Daedalus sp., dadas las dificultades para que esto ocurra en sedimentos arenosos.