07-LAS ESTELAS DE GUERRERO DE CABAÑAS DEL CASTILLO Y SOLANA DE CABAÑAS

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Si existe un elemento genuino de la Edad del Bronce en el suroeste de la península Ibérica son las llamadas ‘estelas de guerrero’. Elaboradas en bloques de piedra de hasta 2,30 metros, están grabadas en una de sus caras con figuras esquemáticas de hombres -acompañados de sus atalajes de guerra- o de mujeres -diademadas y con sus ajuares-. Han sido descubiertas en distintos puntos del Alentejo y de Extremadura, siendo las del Geoparque algunas de las más representativas. Su función continúa siendo un gran misterio, barajándose hipótesis como las funerarias o las del control del territorio.

A lo largo de la fase final de la Edad del Bronce se hicieron frecuentes, en el suroeste peninsular, grabados representando a guerreros, rodeados de su armamento y de diversos objetos personales como espejos y peines, o a personajes femeninos, luciendo diademas y otros adornos. Son lo que se conoce como ‘estelas de guerrero’ y ‘estelas diademadas’. Tradicionalmente estas fueron interpretadas como elementos exclusivamente funerarios, aunque hoy esa hipótesis está cuestionada. Tras la sucesión de nuevos descubrimientos son explicadas como señales en el paisaje, como testimonio de la necesidad que tenía la sociedad que las creó de marcar el control, aunque fuese simbólico, del territorio que ocupaban. Así, aunque no se descarta su vinculación funeraria, las investigaciones apuntan a su carácter de elementos para ‘señalizar’ el paisaje, pudiendo haber funcionado bien como de avisos de frontera entre territorios, o bien como hitos de vías de intercambio comercial o vías ganaderas.

Habitualmente se distinguen dos tipos de estas piezas: por un lado, las losas, piedras planas que posiblemente fueron utilizadas como tapas de cistas (pequeño monumento megalítico funerario individual), y por otro las denominadas propiamente como estelas, ideadas para ser clavadas en el suelo a modo de hitos. Los objetos representados de forma esquemática junto a las representaciones humanas -fíbulas, espejos, espadas, cascos, peines, carros…- indican la existencia de los primeros influjos orientales.

No obstante, la costumbre de grabar en piedras ya se practicaba en lo que hoy es el Alentejo, reflejando el crisol que hace casi tres mil años era el suroeste de la península, donde se mezclaban la tradición local, las influencias atlánticas y la marca del mundo oriental.

De las ‘estelas de guerrero’ localizadas en el Geoparque Mundial de la UNESCO Villuercas-Ibores-Jara, la más emblemática es la conocida como estela de Solana de Cabañas. Fue descubierta en 1898 durante unas labores de labranza y enviada al Museo Arqueológico Nacional por el abogado y escritor Mario Roso de Luna, natural de Logrosán.

Se trata de una lancha de arenisca (grauvaca) aproximadamente rectangular. Una de sus caras está aplanada y preparada, mediante piqueteado, para recibir decoración grabada. El grabado representa un escudo circular, con escotadura (incisión o rebaje en el borde para poner una lanza) y con las marcas de los remaches. En el centro del escudo se representa su abrazadera. A la derecha aparece una figura humana con las piernas flexionadas. En la parte superior una espada y una lanza y, en la inferior, lo que se interpreta como un carro de cuatro ruedas tirado por una pareja de animales, representados muy esquemáticamente.

Un hecho que muestra la importancia de esta pieza es que fue la primera descrita por el Museo Arqueológico Nacional, en el que se encuentra actualmente, de la serie de las llamadas estelas decoradas o de guerrero del suroeste. A esta se le han ido añadiendo otras halladas en el Geoparque, como la de Logrosán. Tanto de esta última, como de la de Solana de Cabañas, los visitantes pueden disfrutar de sendas reproducciones grabadas en el Centro de Interpretación de la Arqueología de Berzocana.