28-EL REAL MONASTERIO DE SANTA MARÍA DE GUADALUPE

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Situado en el corazón de las Villuercas, el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe es único por muchos aspectos. Su construcción comenzó en el siglo XIII y se prolongó durante más de quinientos años, mezclando en su traza estilos como el gótico, el renacentista, el mudéjar o el barroco. El Monasterio alberga a la Virgen de Guadalupe, datada a principios del siglo XIV, patrona de Extremadura y reina de la Hispanidad, y constituye un importante núcleo religioso y centro de peregrinación. A efectos culturales, históricos, artísticos y patrimoniales, Guadalupe constituye un enclave de incalculable valor.

Según la tradición, la historia del santuario comenzaría cuando el pastor Gil Cordero buscaba una res perdida en las cercanías de Alía. Al encontrarla muerta cerca del río Guadalupe, trató de desollarla pero, ante el asombro del ganadero, la vaca resucitó y una voz celestial le indicó dónde se encontraba escondida la imagen de la Virgen. Aquella misma voz le indicaba que aquel punto era el más indicado para erigir una nueva ermita que albergarse a la imagen. Sucesos legendarios aparte, el hallazgo de la imagen puede situarse en el recurrente contexto de objetos religiosos ocultos durante la invasión árabe y encontrados varios años después.

La fama del lugar comenzó a trascender, hasta que llegó a la corte y a los oídos del propio Alfonso XI, que decidió visitarlo. El monarca constata que se trata de una pequeña ermita casi en ruinas y sin posada ni infraestructuras para los peregrinos que ya visitaban el santuario, por lo que concede tierras y fondos para la edificación de una iglesia. Con el paso del tiempo, sucesivos monarcas muestran también su interés y devoción por el santuario, entre ellos Juan I -que entrega la iglesia a los Jerónimos- e Isabel la Católica, que se convierte en una asidua peregrina al lugar. Precisamente en Guadalupe, los Reyes Católicos recibieron a Colón en tres ocasiones. A medida que aumenta el número de peregrinos, se van acometiendo sucesivas ampliaciones del monasterio e incrementando el tamaño de la comunidad religiosa, así como el volumen del patrimonio artístico.

Para mediados del siglo XIV el templo ya era una basílica y se había iniciado la construcción del claustro mudéjar rodeado por dependencias como los dormitorios y el refectorio. Este claustro, de gran belleza y con un templete mudéjar en su centro, es uno de los elementos arquitectónicos más relevantes del monasterio. Una colección de grandes lienzos, situados por todo el claustro, cuentan la leyenda y milagros de la Virgen de Guadalupe.
Durante los siglos XV y XVI se levantan el claustro gótico y el atrio, entre otros elementos. En esta época también se reconstruye el templo, de estilo gótico. Poco a poco el monasterio comenzaba a adquirir su aspecto grandioso.

Es en el siglo XVII cuando se edifica el camarín de la Virgen y la sacristía y, en el siglo XVIII, se construye la iglesia nueva, convertida posteriormente en auditorio. El coro y la sillería son obras de Manuel de Larra Churriguera, de mediados del siglo XVIII.
El monasterio de Guadalupe recibió el título de ‘Real’ por parte de Alfonso XI. Fue declarado Monumento Nacional en 1879. En 1955 el papa Pío XII le otorgó la denominación de ‘Pontificio’ y en 1993 la UNESCO lo reconoció como Patrimonio de la Humanidad.

El Real Monasterio ha ido acumulando a lo largo de los siglos una cantidad ingente de obras de arte y de patrimonio cultural. Para su custodia y conservación se fueron concibiendo diversos museos que pueden visitarse en el monasterio, como el de libros miniados, el de bordados, el de esculturas y pinturas, el relicario o el camarín de la Virgen. Mención especial merece la presencia de varios lienzos de Zurbarán de excepcional valía en la sacristía. Pero la prosperidad del Monasterio no se limitó a los muros del santuario, sino que se extendió por toda la comarca. La Puebla se desarrolló y creció alrededor del santuario y la existencia de una importante comunidad jerónima impulsó la construcción de relevantes obras como conducciones de agua, pozos de nieve, granjas, etc… Además, el aumento de peregrinos hizo que se construyesen caminos, puentes, albergues y hospitales