40-EL CARNAVAL DE ÁNIMAS DE VILLAR DEL PEDROSO

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El Carnaval de Ánimas de Villar del Pedroso no es una fiesta de disfraces. Tiene poco que ver con las carnestolendas más coloristas. Se trata de una fiesta antigua y singular, que se remonta al siglo XVII, en la que se funde lo religioso con lo militar, los sentimientos de alegría con los de tristeza. El baile del serengue, uno de sus elementos más característicos, reúne a los sones del tamboril a generales o generalas, soldadesca variada, abanderados, bastoneros, autoridades, vecinos y visitantes.

El Carnaval de Ánimas es una celebración que dura siete días. Según la tradición, el origen de la fiesta hay que buscarlo en un general hijo de la localidad. Éste, en una batalla, al ver que las tropas enemigas eran superiores, se encomendó a las Ánimas Benditas, prometiendo una función en caso de resultar victorioso, como así fue. Desde entonces, sin una periodicidad fija, se celebra el carnaval siempre que hay una familia que solicita encargarse de su organización. Los miembros de esta familia son los encargados de distribuir, según su criterio, los distintos cargos previstos: general, capitán, alféreces, sargentos, etc., pudiendo ocuparlos tanto hombres como mujeres.

Es una celebración compleja, llena de rituales. Entre ellos podemos destacar, aunque cada vez se hace menos, la comitiva que recorre las calles al ponerse el sol, en las fechas previas al carnaval, pidiendo limosnas para las ánimas del purgatorio. Acompañada de tamboriles, de un esquilón y cantando coplillas, van casa por casa solicitando la aportación. El avance de la oscuridad en la noche, el frío habitual de la época y la soledad y silencio de las calles, truncado por el sonsonete de las voces, confieren a este momento de un halo ancestral que sobrecoge a quien es sorprendido por la comitiva.

Otros momentos destacados son: la reunión de la soldadesca, al son de las salvas de escopeta de los vecinos; el ondear de pendones durante el baile del serengue; la confección del Ramo de Ánimas, en la madrugada del martes, adornado con roscas de pan perfumado con anises; su traslado hasta la casa del general o generala, para ir posteriormente en comitiva hasta el cementerio para honrar a los difuntos; la venta de las roscas o las carreras de los sargentos con sus alabardas. Todo ello profusamente acompañado del olor a pólvora que, por momentos, inunda las calles, del calor del café caliente, el aguardiente y los dulces típicos.

Para conocer más sobre el Carnaval de Ánimas, existe un centro de interpretación ubicado en la llamada Casa del Labrador, en la calle Real, 10, de la localidad. La entrada es gratuita e incluye visita guiada