LOCALIZACIÓN.
El Risco de la Villuerca se encuentra en la provincia de Cáceres, en la comarca a la que da nombre, Las Villuercas, situada en el sureste de esta provincia. Se eleva entre los términos municipales de Navezuelas, Cañamero, Guadalupe, Villar del Pedroso y Alía. La pista que llega hasta la cima toca todos estos términos aunque la base militar y las últimas estribaciones se encuentran en el término municipal de Navezuelas.
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VISITA AL ITINERARIO DEL RISCO DE LA VILLUERCA.
En clave científica, educativa y de geoturismo este itinerario es reconocido como de muy alto valor para el geoparque. Ello por varias razones:
El conjunto hace de este monte un recurso pedagógico y turístico de primera magnitud. Educativamente se trata de un aula abierta multidisciplinar (geología general, geomorfología, paleontología, hidrología, botánica, agro-forestal, historia y cultura,…) sobre la que las instituciones del geoparque plantean objetivos de inversión.
Es importante que acceda a la Villuerca con la mentalidad interpretativa del geoturismo, tal y como fue descrito por la Red Europea de Geoparques en la Declaración de Arouca: “El geoturismo debe ser definido como un turismo que sustenta y mejora la identidad de un territorio, considerando su geología, medio ambiente, cultura, valores estéticos, patrimonio y bienestar de sus residentes. El turismo geológico es una herramienta fundamental para la conservación, la divulgación y la valorización del pasado de la Tierra y de la Vida, incluyendo su dinámica y sus mecanismos, y permitiendo al visitante entender un pasado de 4.600 millones de años para analizar el presente con otra perspectiva y proyectar los posibles escenarios futuros comunes para la Tierra y la Humanidad”.
Puntos para la visita interpretada:
El risco de La Villuerca se eleva entre los términos municipales de Navezuelas, Cañamero, Guadalupe, Villar del Pedroso y Alía. La pista que llega hasta la cima toca todos estos términos aunque la base militar y las últimas estribaciones se encuentran en el término municipal de Navezuelas.
Se accede por una pista asfaltada que parte del collado de la ermita del Humilladero en el kilómetro 4 de la EX-118.
En el croquis siguiente se han destacado los puntos de observación usuales:
1. Punto de inicio. Visita del Arca del Agua y de la Ermita del Humilladero.
2. Yacimiento de Vendoténidos.
3. Alforamiento rocoso del Cámbrico.
4. Mirador del Valle sinclinal del Viejas.
5. Collado de la Portuguesa. Sinclinal del Viejas.
6. Pozo de la Nieve.
7. Mirador Apalachense. Hacia el Almonte.
8. Mirador Apalachense. Hacia el Viejas.
9. Las playas del Océano Réico.
10. Cima de la Villuerca.
11. Nacimiento del río Almonte.
Algunos puntos de mayor interés:
Collado de la Portuguesa – Pozo de la Nieve:
En este collado se observa hacia el norte el valle del río Viejas y hacia el sur tras subir en un corto paseo hasta el pozo de la Nieve observamos el valle del río Guadalupe con la Granja – Palacio de Mirabel al fondo y, a la izquierda, hacia el este, la villa de Guadalupe.
Sinclinal del Viejas-Torneros.
Este sinclinal recorre el Geoparque desde el Risco de La Villuerca hasta Campillo de Deleitosa. Está surcado en la parte sureste por el río Viejas y en el noroeste por el arroyo de Torneros. Para visitarlo por el Torneros podemos usar la carretera que une Robledollano con Castañar de Ibor, a mitad de camino entre ambas poblaciones, entre el risco de la Reyerta y el Cancho de las Narices. Una buena vista desde el sur la propicia el Collado del Pozo de la Nieve, en la subida al Risco de La Villuerca.
Los materiales visibles a lo largo de este sinclinal se corresponden mayoritariamente con pizarras y cuarcitas depositadas durante el periodo Ordovícico. En el núcleo del sinclinal es más frecuente encontrar las pizarras que en algunas ocasiones encontraremos en alternancias de poca potencia con cuarcitas (la potencia es el espesor de los estratos). En los flancos aparecen las cuarcitas armoricanas formando las alineaciones de riscos interrumpidas por collados que se corresponden con fallas.
El valle permite la observación de aspectos de interés botánico, como las formaciones boscosas de ribera del río Viejas (loreras, alisedas y fresnedas) y faunístico, como la nutria en las aguas del río Viejas o las aves (buitre leonado, alimoche, cigüeña negra, etc.) en los riscos de las sierras cercanas.
Valle del Río Guadalupe y Barranco de Valdegracia.
Los materiales que constituyen los valles de estos cauces fluviales corresponden con los del núcleo y el flanco sur occidental de la gran estructura Anticlinal del Ibor-Guadalupe, en esta parte de unos 15 Km. de anchura, arrasado por la erosión hasta alcanzar la zona más profunda del llamado “Grupo Ibor”, del Neoproterozoico superior o Ediacárico (hace unos 550 m.a.).
Litológicamente la serie está constituida fundamentalmente por alternancia de estratos pizarrosos y calcoesquistos con otros de areniscas y conglomerados, entre los cuales se intercalan algunos niveles discontinuos de calizas dolomíticas de unos 25 m. de potencia y color azulado, las cuales afloran en las cercanías de la Granja de Mirabel, junto a unos antiguos hornos de cal, donde fueron explotadas para poder construir su caserío y el histórico Monasterio de Guadalupe. Estas rocas calcáreas aparecen en ambos flancos del Anticlinal del Ibor-Guadalupe, concretamente en las proximidades de la localidad de La Calera (Alía) donde también fueron extraídas para la fabricación de cal, (ver geositio nº 8 “Hornos de La Calera”).
En las rocas pizarrosas es frecuente encontrar restos fósiles filamentosos conocidos como Vendoténidos, y las calizas presentan estructuras de algas marinas (estromatolitos) que nos dan una edad Ediacárico y nos hablan de los orígenes de sus rocas en una extensa plataforma marina.
Esta zona presenta unos relieves fuertes hacia el norte, debido a fallas recientes de cierta importancia originadas durante la fase final de la orogenia Alpina y que constituyen la divisoria de aguas vertientes entre las cuencas fluviales del Tajo al norte y del Guadiana al sur.
Desde el valle divisaremos el cercano risco cónico de Picoagudo, un cerro testigo cuarcítico que ha resistido los efectos de la erosión que desmanteló toda la bóveda hercínica del
Anticlinal de Guadalupe.
El río Guadalupe desde su nacimiento, en las pedreras de Los Hollicios situadas en la zona meridional de La Villuerca, hasta su desembocadura en el río Guadiana cerca de Valdecaballeros, posee unos valores naturales de notable importancia desde el punto de vista geológico, ecológico y paisajístico. Es de destacar el perfecto estado de conservación del tramo alto del río, que tiene la protección de Corredor Ecológico y de Biodiversidad, desde 2003, en el que podemos encontrar formaciones vegetales de gran importancia como las galerías ribereñas de sauces, fresnos, chopos y alisos o las asociadas a las márgenes, generalmente pastizales de gramíneas y bosques mixtos de encinas y alcornoques.
El Corredor cuenta con gran cantidad de especies de mamíferos y aves protegidas: nutria, musaraña, gato montés, garduña, cigüeña negra, búho real, autillo, aguililla calzada y águila culebrera, milanos, elanio azul, azor, gavilán, cernícalo primilla, así como gran cantidad de aves acuáticas.
En el aspecto histórico destacaremos la abundancia de molinos, batanes y aceñas construidos por los monjes jerónimos en las riberas del río Guadalupe. El viajero alemán Münzer, en su Itinerarium Hispanicum de 1494-1495, nos informa de que la reina Isabel la Católica hablaba de este bello y exuberante entorno de Guadalupe como «su paraíso».
Mirador Apalachense.
El último kilómetro y medio antes de la cima constituye, sin duda, el mejor de los miradores de La Villuerca. Con sus 1601 metros de altura se trata del risco culminante del sistema montañoso del Geoparque. Éste se presenta como un núcleo orográfico rodeado de antiguas penillanuras y constituido por una serie de sierras y valles paralelamente alineados con dirección noroeste-sureste, plegado durante el movimiento orogénico Hercínico (hace entre 370 y 230 millones de años), arrasado por la erosión a lo largo de las eras mesozoica (entre 230 y 65 m.a.) y cenozoica (65 m.a. hasta la actualidad) durante la que se ve también rejuvenecido por fracturación a lo largo del movimiento orogénico Alpino. Finalmente, el encajamiento de la red fluvial actual en este territorio ha configurado la principal característica geomorfológica de la comarca, que suele denominarse relieve apalachense por analogía con las formas que se encuentran en los montes Apalaches de Norteamérica que también tienen como base una antigua cordillera hercínica. Su aspecto viene marcado por las areniscas y cuarcitas (Cuarcita Armoricana) que por su elevada resistencia a la erosión configuran el relieve
abrupto de estas sierras y gran cantidad de derrubios de ladera conocidas como «pedreras». En estas series de cuarcitas armoricanas es frecuente encontrar pistas de Trilobites (crucianas) y galerías formadas por organismos como Skolithos y Daedalus, icnofósiles que permiten la datación de estas rocas como del Ordovícico inferior (488 a 471 m.a.).
El Anticlinal del río Almonte-Navezuelas .
Se trada de una megaestructura de plegamiento de orientación noroeste-sureste originada por los esfuerzos compresivos de la Orogenia Hercínica, (hace aproximadamente 300 m.a.). Esta megaestructura constituye un buen ejemplo de relieve invertido «tipo apalachense», consistente en el afloramiento de una estrecha banda de rocas del Ediacárico (+540 m.a.), entre los materiales más recientes del Ordovicico (440-490 m.a.) que constituyen el Sinclinal de Santa Lucia y Sinclinal del Río Viejas situados respectivamente al oeste y al este.
En esta zona podemos encontrar pizarras y grauvacas de edad precámbrica que se depositaron en medios marinos profundos y entre las que aparecen capas de areniscas, cuarcitas y conglomerados, correspondientes a medios sedimentarios playeros más energéticos.
También encontramos otros depósitos de plataforma costera consistentes en pizarras oscuras con fósiles filamentosos (Vendoténidos), que son los organismos más antiguos de cuantos se conservan en nuestro registro fósil (550 m.a.).
Los materiales paleozoicos que afloran en los flancos del Anticlinal corresponden a sedimentos arenosos litorales que generaron las cuarcitas armoricanas del Ordovícico inferior, que se depositaron sobre las rocas anteriores y constituyen hoy, por erosión diferencial, los relieves más sobresalientes de la zona.
Anticlinal del Ibor Guadalupe.
Este anticlinal se divisa tras el sinclinal del Viejas que ha sido comentado en la anterior parada. Geológicamente es una estructura de plegamiento muy extensa y alargada en dirección NW- SE, y forma parte del gran Sinclinorio de Las Villuercas. Lo que vemos hoy son sus restos porque todo el núcleo de la megaestructura abovedada ha desaparecido convirtiéndose en un valle (relieve invertido) recorrido por el río Ibor, quedando solamente parte de los flancos o bordes de la bóveda anticlinal (Ej. Camorros de Castañar y de Navalvillar).
Las cuarcitas que se observan en las crestas son de edad ordovícica mientras que en las laderas y hacia el fondo del valle encontramos otras rocas más antiguas del llamado “Grupo Ibor”: pizarras, areniscas, calizas, etc., del periodo Ediacárico (- 550 a -560 m.a.).
La Villuerca.
Se corresponde con el helipuerto de la base militar que nos permite la observación de panorámicas de singular belleza.
Desde aquí puede apreciarse el flanco sur de las estructuras de plegamiento ya comentadas, pero además se divisan en el fondo las rañas de Cañamero y Alía.
Las rañas de Cañamero y Alía:
Se trata de las mayores formaciones sedimentarias de origen continental de las Villuercas, relacionadas siempre con las sierras cuarcíticas de donde proceden. Están constituidas por amplias capas superpuestas de materiales arcillosos y arenosos de color rojizo-amarillento, que constituyen la matriz que engloba numerosos cantos redondeados de cuarcitas, areniscas y a veces pizarras. El conjunto, aunque geológicamente es un conglomerado no se encuentra muy compactado ni cementado por lo que es fácilmente disgregable.
Su origen es aluvial. Es decir, es el resultado de un transporte de materiales arrastrados por las aguas fluviales y depositados en estas llanuras o cuencas sedimentarias en las que se ven ahora. Los materiales proceden de la erosión que se produjo hace aproximadamente dos millones y medio de años, a causa de movimientos tectónicos producidos durante la última fase de la Orogenia Alpina y de la climatología (cambios bruscos de temperatura y fuertes tormentas) que erosionan las rocas más expuestas o elevadas tras esos movimientos tectónicos.
Los materiales más gruesos de las Rañas proceden de las cuarcitas, cuya fragmentación produce los cantos y bloques, mientras que las pizarras o lutitas se deshacen para formar la matriz arcillo-arenosa. La potencia de esta formación es muy variable, de 5 a 10 m., llegando en algunos casos a sobrepasar los 20 metros en la gran depresión del Guadiana. Estos materiales disgregados como los que forman las Rañas y que resultan de la fragmentación, transporte y sedimentación de otras rocas anteriores se denominan detríticos (del latín detritus=trozos).
En el caso de las Rañas de Cañamero, Alía, Logrosán y Valdecaballeros, como se puede apreciar en la imagen de satélite, constituyen en su conjunto una extensa planicie triangular, abierta hacia el sur y con el vértice superior apuntando al amplio sinclinal del valle del río Ruecas.
A las Rañas se les ha atribuido una ambigua edad Pliocena o Pliocuaternaria (entre 2 y 3 millones de años), en función de que en ocasiones se encuentran recubriendo materiales arcillosos depositados en el Mioceno (23 – 5 m.a.) en sectores próximos a Las Villuercas, siendo objeto de un intenso debate científico multidisciplinar por su gran interés geomorfológico, edafológico, estratigráfico y paisajístico.